Por: Miguel Fernández Martínez
Diario De Las Américas, Noviembre 2006

El artista eleva el paisaje a la categoría del espíritu, dejando a un lado su condición mundana, más próxima al lente fotográfico. “Sueños y realidades” es la exposición personal con obras del pintor cubano Luis Vega, que ocupa actualmente los salones de la galería El Prado, en la céntrica avenida de Miracle Mile, en Coral Gables, Una muestra individual de un artista devenido, según la crítica especializada, es uno de los más importantes cultores del género paisajístico en Miami y que esta vez nos presenta una colección de obras de arte donde apela a la flora y la fauna como el motivo para reencontrarse con sus esencias, Vega es un artista que hace del paisaje un recurso propio para mantener viva esa comunicación indisoluble que existe entre el hombre y sus orígenes  Una forma de mantener los hilos de su cubanía, que va más allá de la pura remembranza nostálgica del entorno que quedó atrás. Graduado en Historia del Arte en la Universidad de La Habana y en Pintura en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, Luis Vega ha ido forjando una carrera como pintor y diseñador gráfico que lo coloca entre nuestros más destacados artistas, con esa forma particular que tiene de enfrentar la belleza de la naturaleza a partir de una perspectiva surrealista, involucrando en sus paisajes onírico  las memorias de sus ciudades, de su gente y de sus recuerdos. La obra de Luis Vega no busca reproducir fotográficamente los remotos recuerdos de su isla lejana. Involucra algo más que su agudeza visual y el oficio de pintar. Trata de acercarse -y acercarnos- a un recuerdo que se mantiene vivo y vibrante en cada uno de nosotros y nos recuerda en cada cuadro, que Cuba es mucho más que una isla exuberante y bella. Con esta interesante muestra personal. Luis Vega se nos presenta como un fabulador de su propia vida. Va planteando, a través de las palmeras, de los frondosos mangos y de los místicos framboyanes, una historia marcada por las nostalgias de todos y donde convergen de manera natural y en medio de esos paisajes de espesa vegetación los recuerdos más significativos y simbólicos que identifican nuestra nacionalidad. El artista eleva el paisaje a la categoría del espíritu dejando a un lado su condición mundana, más próxima al lente fotográfico. Nos lo presenta como una creación divina, intrínsecamente vinculado a la vida humana y a nuestras apetencias del alma, De ahí que explote el intenso verdor de las plantas sobre volátiles nubes que nos recuerdan nuestra condición de viajeros por el mundo con la Patria en las alforjas. Con esta exposición personal, Luis Vega nos reafirma su valía como creador y su compromiso con el arte, enalteciendo la universalidad ganada por un género como el paisajismo. Sin perder su apego a las raíces de su sangre. Una muestra que se convierte en bitácora de un viaje por los sueños y realidades de un artista que encuentra la belleza en esas mínimas cosas que jamás se desprenden de la memoria.